Cuánto Te agradezco y Te alabo, Padre mío, porque eres mi luz y mi salvación, mi valentía y la fortaleza de mi vida, y porque a nada he de temer cuando estás cerca de mí. Señor, mi esperanza está en Ti, pues sé que ningún enemigo puede penetrar el muro de protección espiritual que a través de Cristo me rodea, y que nada puede tocar mi vida sin que Tú lo hayas permitido si permanezco en Él, Que es mi luz y el sostenedor de mi vida.
Ayúdame a estudiar Tu Palabra con absoluta diligencia, pues sé que sus páginas contienen todo lo que necesito para vivir de manera piadosa en Jesucristo, y mientras avanzo por mi senda cristiana, prepárame para responder a todos los que pregunten sobre mi esperanza eterna en Cristo. Ruego que me des la valentía para hablar con osadía, pero a la vez con amor. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.
Señor, Te doy gracias porque conoces todo lo que me pasa a mí o a mis seres queridos, y porque pase lo que pase en nuestras vidas, Tú nos acompañas todo el tiempo.
Señor, sé que este mundo no es nuestro hogar y que has preparado un lugar glorioso para todos los que han confiado en Jesucristo como su Salvador. Gracias porque, a pesar de lo difícil o complicada que se vuelva la vida, y sin importar lo que nos ocurra, sabemos que las pruebas de la vida que debamos enfrentar y la oscuridad y el dolor que sintamos a lo largo del camino desaparecerán para siempre cuando vengas a llevarnos para estar junto a Ti, cuando estemos a Tu lado en Tu glorioso hogar celestial para siempre.
Gracias, pues el llanto nocturno que sufrimos durante nuestra permanencia en la tierra terminará en la mañana más alegre, que nos has prometido a todos los que hemos confiado en Ti. Alabo Tu nombre porque has juntado todas nuestras lágrimas en una botella, pues conoces nuestra tristeza y has prometido secar todas las lágrimas y llevarte el dolor que hemos soportado.
Señor, Te doy gracias porque has prometido que Tu gracia basta para todos los tiempos difíciles y las pruebas con las que podamos encontrarnos en este mundo. Alabado sea Tu santo nombre. Gracias, pues has prometido la suficiencia de tu maravillosa gracia para así apoyarnos mientras recorremos este desierto terrenal. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.
Querido Padre celestial, de verdad confío en Ti, pero a veces me pregunto si mi fe en Ti basta. Alabado sea Dios, pues mi esperanza no responde a mi suficiencia, sino que a la Tuya. Mi esperanza de la vida eterna en el cielo junto a Ti no depende de mi justicia ni de mis buenas obras, sino que de Ti y de Tu fidelidad eterna, Tu fortaleza omnipotente y Tu obra terminada en la cruz de El Calvario.
Qué Dios tan maravilloso eres, y empiezo a comprender qué significa que no debo confiar en mi propia fortaleza, pues esta no bastará, sino que debo confiar en Tu Fortaleza eterna y en Tu fidelidad eterna para que termines la buena obra que comenzaste en mí en el momento en que confié en Ti como mi Salvador.
Ayúdame a permanecer en Ti y a confiar en las promesas que has hecho en la Biblia a todos Tus hijos, pues Tu Palabra es verdadera e inquebrantable. Oh, gracias Señor, pues decidiste salvar a todos los que confían en Jesucristo y has prometido que incluso si mi fe se debilita o desfallece, no me desampararás, sino que te mantendrás fiel y terminarás la buena obra que has comenzado en mí. Gracias, Padre,
Amén.
Señor, ayúdame a animar a los demás de la misma forma en que Tú tanto me has animado a lo largo del camino. Ha habido tiempos de agotamiento y tiempos de temor, y a veces he sentido que estoy listo para darme por vencido, pero siempre en el momento oportuno ha habido una breve nota, una simple llamada o un pequeño gesto de Tu amor por mí, que me has enviado a través de las numerosas personas que bondadosamente has puesto en mi vida.
Gracias también, Señor, pues eres nuestro Dios del ánimo, y porque Tu Espíritu Santo habita en nosotros para ayudarnos y consolarnos en nuestro momento de necesidad. Enséñame Tu camino y Tu voluntad, y ayúdame siempre a escuchar las gentiles ordenanzas del Espíritu del Consuelo dentro de mi corazón, para así no desaprovechar la oportunidad de ser ministro de Tu ánimo ante los demás en su momento de necesidad.
Oh Señor, anhelo cada vez más inhalarte en lo profundo de mi ser y colmarme de Tu amor y gracia, de manera de estar preparado para exhalar Tu amor, júbilo, ayuda, apoyo y ánimo a todos aquellos con los que tenga contacto.
Enséñame, Señor, la mejor manera de poder dar ánimo a los demás, y que la vida lleve a los demás hacia Ti y nunca hacia mí. Que yo mengüe mientras Tú creces cada vez más en mi vida. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.
Padre celestial amado, Te doy gracias por todas las cosas que he aprendido a través del Espíritu Santo que habita en mí, y porque mientras más permanezco en Ti y más descanso en Tu amor, más capaz soy de ver los temores y las desilusiones de la vida desde la perspectiva correcta.
Qué consuelo saber que, a pesar de que tenemos que enfrentar problemas y pruebas en esta vida, el Señor Jesús ha superado cada uno de estos. Y lo único que tenemos que hacer para acceder a Su fortaleza y suficiencia es descansar en Él y permanecer en Su amor.
Es curioso, Señor, pero durante mucho tiempo creí que necesitaba hacer muchas cosas buenas para que me pudieras dar Tu amor, Tu paz y Tu júbilo. Creí que debía ganarme estas cosas. Sin embargo, me has enseñado que es al revés, y que lo único que tengo que hacer es simplemente descansar en Tu amor, para así recibir la paz y el júbilo que solo de Ti provienen. ¡Qué consuelo comprender que es Tu responsabilidad llevar a cabo las buenas obras que ya me has encomendado! ¡Y así lo haces, a través de mí, con el poder de Tu Espíritu Santo! ¡Vaya! Gracias, Señor.
Oh, cuánto se regocija mi corazón y se alivia mi alma al saber que soy yo el que tiene que confiar en Ti, no al revés. ¡Alabado sea Tu santo nombre!
Amén.
Querido Señor Jesús, gracias porque moriste por mí y por Tu maravillosa Palabra que me anima mucho en mi vida cristiana. Mientras leo las muchas promesas hermosas que has esparcido en sus páginas, me doy cuenta una y otra vez de que todo lo que necesito se halla en Ti. En Ti no me falta nada; es más, mi copa está llena y rebosando.
Oh Señor, de verdad comprendo que este mundo es un lugar donde abunda el mal y que, por un corto tiempo, tendremos que enfrentar muchas dificultades y pruebas. Pero incluso tal pensamiento tiene un lado bueno y maravilloso, pues has prometido que las pruebas y tribulaciones de la vida son efímeras, y que aun así la gloria que produzcan en cada uno de Tus hijos será muy superior a estas, ¡y además será eterna! Qué ánimo tan maravilloso nos dan muchas de Tus promesas hermosas, y Te doy gracias, Señor, porque soy Tu hijo.
Gracias, pues nada en el cielo, en la tierra ni debajo la tierra puede separarme de Ti, y nada es lo suficientemente poderoso para arrebatarme la vida eterna que me has prometido si tan solo confío en Jesús como mi Salvador. Gracias, Señor Jesús,
Amén.