Dios Padre, cuánto Te alabamos y Te agradecemos por la cruz de Cristo y por todo lo que ha significado para la raza caída del hombre. Gracias, pues a través de Su muerte en la cruz de la crueldad, el precio de la redención de la humanidad fue pagado en su totalidad, para que así todo el que se acerque y reciba a Cristo como su Salvador sea perdonado de sus pecados y sea reconciliado eternamente con el Padre.
Gracias porque has dictado que la Salvación solo puede alcanzarse de esta manera; por la gracia y mediante la fe en la obra terminada de Cristo en la cruz, de manera que todo el que cree en Él no sea condenado, pero todo el que no cree en el Hijo unigénito de Dios, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del único Hijo de Dios.
Gracias, Señor, por aquella cruz vieja y tosca que nos evoca una imagen espantosa de sufrimiento y vergüenza; sin embargo, Señor, se ha convertido en el glorioso símbolo de la vida, de la esperanza y de la paz para con Dios. Gracias por la sangre de Cristo que fue derramada voluntariamente por mí, para que un pecador como yo pudiera lavarse en sus aguas purificadoras y quedar sano por obra de la corriente sanadora que fluyó desde Tu corazón lleno de amor hacia mi vida desdichada. Qué amor tan maravilloso, y cómo es posible que Cristo mi Dios haya muerto por mí. Gracias, en nombre de Jesús,
Amén.
Padre celestial, nos deslumbramos y asombramos mientras miramos el pasado y reflexionamos sobre todo el camino que recorrió el Señor Jesucristo el día en que fue crucificado, y sobre todo lo que significa para nosotros a nivel personal, así como el tremendo impacto que debió haber tenido en aquellos que estaban allí cuando los clavos de la crueldad atravesaron Sus manos y pies y se le escuchó orar: "Padre, perdónalos, pues no saben lo que hacen".
Padre, aunque me resulta fácil mirar el pasado con ojos críticos hacia todos los que participaron en Su muerte y pronunciar una palabra de condenación contra los que lo despreciaron y desdeñaron, mientras reflexiono sobre el horrible trato que recibió nuestro Señor, me doy cuenta de que mis pecados también Lo clavaron al madero y que soy igual de culpable por la muerte de Tu Hijo único amado que Poncio Pilato, los guardianes romanos, los líderes religiosos de los judíos y la multitud burladora, pues cargó el peso de mis pecados hasta la cruz y murió por mi propia culpa.
Gracias, Padre, porque mis pecados fueron perdonados en la cruz y, en lugar de que Tu ira se derramara en mí, Jesús recibió todo el peso de Tu justo enojo mientras Tu juicio cayó sobre Él.
Gracias, Señor, porque en lugar de rendirte con la humanidad tras esta haber asesinado a Tu Hijo amado, decidiste derramar 2000 años de gracia sobre gracia, para que todo el que crea en Él no perezca, sino tenga vida eterna. Nunca me dejes olvidar, ignorar ni trivializar el horror del pecado y el tremendo precio que Cristo pagó para que mis pecados fueran perdonados, y gracias por Tu inmenso amor por mí. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.
Padre celestial, cuánto Te alabo y Te glorifico porque tanto amas a un pecador caído como yo, que enviaste a Tu Hijo unigénito, el Señor Jesucristo, para que cruzara la puerta de la muerte y yo pudiera acceder completa y libremente a las puertas del cielo, por la gracia y mediante la fe en Él. Deposito incondicionalmente mi fe en Ti, Señor Jesús, y Te adoro y Te alabo con mi espíritu, alma y cuerpo porque viniste a la tierra hecho hombre y pagaste el precio de mis pecados.
Cuando logré comprender que, por derecho, merecía la pena de muerte que Tú voluntariamente recibiste por mí, y que el Padre envió a la tierra al Hijo eterno de Dios porque no había nadie más que fuera capaz de pagar el precio del pecado, quedé estupefacto.
Señor, sé que no hay nada que pueda agregar a Tu obra terminada en la cruz; sin embargo, mediante la fe y con el poder del Espíritu Santo, ruego poder presentarte mi vida como sacrificio vivo y como ofrenda de agradecimiento por Tu bondad y gracia hacia mí, un pecador que ha sido salvado por la gracia de Dios. Nunca me dejes olvidar el tremendo precio que pagaste por mis pecados, y ruego que me des un corazón que Te ame más y una fe que permanezca firme en la verdad de Tu Palabra. Ruego en nombre de Jesucristo mi Salvador,
Amén.
Padre celestial, Te alabo y Te agradezco por la gloriosa victoria que obtuvo Cristo a través de Su muerte, entierro y resurrección, al haber derribado el poder de Satanás y del pecado en la vida de todos los que confían en el nombre de Jesús y al haber expulsado para siempre la muerte y el infierno de la vida de todos los que creen en Él. Padre, reconozco que la victoria solo le pertenece a Cristo; sin embargo, doy gracias a Dios porque con Tu inmensa gracia nos has brindado la misma victoria maravillosa, a través de nuestro Salvador, Jesucristo nuestro Señor.
Padre, aunque este glorioso triunfo se obtuvo hace 2000 años, hoy sigue siendo igual de potente y poderoso en la vida de los creyentes que cuando los ángeles declararon: "No está aquí, pues ha resucitado". Manten mis ojos siempre puestos en Jesús, pues sé que esta gloriosa victoria no ha perdido su poder ancestral, sino es la única manera de vencer al mundo, la carne y el diablo, para todos los creyentes que decidan habitar en Él y Él en ellos.
Ruego poder correr la carrera que tengo por delante con los ojos puestos en Jesús y terminar el trayecto que me has asignado mientras me entrego a la obra del Espíritu Santo en palabra y acción. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.
Querido Señor Jesús, gracias porque moriste por mí en la cruz. Gracias porque ofreciste Tu vida inmaculada como sacrificio por mis pecados, y gracias, Señor, porque Te despojaste de Tu gloria celestial y viniste a la tierra hecho Hombre, para vivir una vida perfecta y así dar aquella vida perfecta en rescate de muchos, y para pagar el precio de mis pecados y los del mundo entero.
Señor, a veces me doy cuenta de que me he familiarizado demasiado con la historia del Viernes Santo y de la mañana de Pascua sin tomarme en serio el profundo significado de la cruz, sin asimilar por completo lo que debe haber significado para el Padre haber enviado a Su Hijo unigénito para que muriera en una cruz por una raza rebelde de pecadores caídos, y lo que debe haber significado para Ti, Señor Jesús, haber sido despreciado y rechazado por aquellos que creaste y haber sido humillado y clavado a una cruz, en medio de las burlas y blasfemias de los hombres en contra de Aquel Que con amor había venido a rescatarlos de la separación eterna del Padre.
Ruego que me permitas comprender de manera más profunda y completa el costo que significó para la Deidad aquella cruz de la crueldad del Gólgota, para que así los pecadores como yo pudiéramos ser salvados por la gracia y mediante la fe. Ruego que me des una nueva perspectiva de la cruz que nunca haya comprendido antes y hagas brotar en mí un asombro piadoso y una admiración reverencial por todo lo que debería significar la cruz para mí, un pecador que ha sido salvado por la gracia y mediante la fe en Cristo. En nombre de Jesús,
Amén.
Estamos destinados a alabarte por tu Hijo Jesucristo nuestro Señor, pues él es el mismísimo Cordero Pascual que nos ha sido ofrecido y que ha quitado el pecado del mundo, y que con su muerte ha destruido a la muerte, y que con su resurrección nos ha devuelto la vida eterna. Por tanto, junto con los ángeles y los arcángeles, y toda la compañía del cielo, ensalzamos y magnificamos tu glorioso nombre, para así alabarte eternamente y decir: "Santo, santo, santo, Dios Señor de los Ejércitos, el cielo y la tierra están llenos de tu gloria". Que la gloria esté contigo, oh altísimo Señor.
¡Amén!