Dios Padre, cuánto Te alabamos y Te agradecemos por la cruz de Cristo y por todo lo que ha significado para la raza caída del hombre. Gracias, pues a través de Su muerte en la cruz de la crueldad, el precio de la redención de la humanidad fue pagado en su totalidad, para que así todo el que se acerque y reciba a Cristo como su Salvador sea perdonado de sus pecados y sea reconciliado eternamente con el Padre.
Gracias porque has dictado que la Salvación solo puede alcanzarse de esta manera; por la gracia y mediante la fe en la obra terminada de Cristo en la cruz, de manera que todo el que cree en Él no sea condenado, pero todo el que no cree en el Hijo unigénito de Dios, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del único Hijo de Dios.
Gracias, Señor, por aquella cruz vieja y tosca que nos evoca una imagen espantosa de sufrimiento y vergüenza; sin embargo, Señor, se ha convertido en el glorioso símbolo de la vida, de la esperanza y de la paz para con Dios. Gracias por la sangre de Cristo que fue derramada voluntariamente por mí, para que un pecador como yo pudiera lavarse en sus aguas purificadoras y quedar sano por obra de la corriente sanadora que fluyó desde Tu corazón lleno de amor hacia mi vida desdichada. Qué amor tan maravilloso, y cómo es posible que Cristo mi Dios haya muerto por mí. Gracias, en nombre de Jesús,
Amén.