Dios Todopoderoso y Padre Celestial, eres Quien nos creó con la fortaleza de Tu mano todopoderosa. Formaste nuestros cuerpos en el vientre de nuestra madre y planificaste cada día de nuestras vidas aquí en la tierra. Nos rescataste del lodo cenagoso y nos redimiste de nuestra rebelión. Gracias, pues con Tu gracia y misericordia nos diste una vida nueva a través del maravilloso Sacrificio de Tu Hijo unigénito, Jesucristo nuestro Señor.
Señor, sabemos que el hombre tiene una vida corta y que en medio de la vida estamos en la muerte, pues venimos del polvo de la tierra y nuestros cuerpos un día volverán a él. Sin embargo, alabamos Tu santo nombre, pues eres la Resurrección y la Vida, y porque el que cree en Jesucristo, aunque esté muerto, vivirá.
Señor, mientras enfrentamos la realidad de la muerte en este mundo, también glorificamos Tu santo nombre por la bendita esperanza que tenemos reservada en el cielo, a través de la sangre de Jesucristo nuestro Señor. Nuestro querido Salvador murió por nosotros, fue enterrado y resucitó al tercer día para que también pudiéramos recibir una vida nueva en Él y vivir eternamente junto a Ti en el cielo.
Amante Señor, nos regocijamos en Tu victoria sobre el pecado, la muerte y la tumba, y Te damos gracias porque la muerte ha perdido su aguijón y a la tumba se le ha arrebatado su victoria a través del hermoso nombre de Jesús, en Cuyo nombre oramos. ¡Aleluya!
Amén.
Querido Padre Celestial, siempre es difícil despedirse de aquellos que han fallecido, pues sabemos que muchos de los que queden atrás los extrañarán. Sin embargo, Señor, también nos recuerdas que la muerte de Tus santos es muy especial para Ti, y queremos unirnos para agradecerte por la vida de este hijo Tuyo, que ha sido una gran fuente de ánimo y un maravilloso testimonio de Tu amor y gracia.
Señor, gracias por las bendiciones de esta persona especial, a quien recordamos con mucho cariño, pero que ahora descansa en Tus brazos amorosos. Gracias por su vida y por todos los recuerdos felices que compartimos.
Rogamos que seas un consuelo especial, y que sostengas y cuides a los que se vean más afectados por esta pérdida. Ayúdanos a recordar que, aunque estemos separados por un tiempo, algún día nos regocijaremos cuando nos reunamos ante Tu presencia. Gracias, pues la breve noche del llanto pasará rápido, y ante Tu presencia nos regocijaremos aquella gloriosa mañana cuando nos reunamos con la esperanza que tenemos por delante. Rogamos en nombre de Jesús,
Amén.
Señor Dios de la Esperanza, hoy he venido a Ti con profunda tristeza y dolor en el corazón por la muerte repentina de un queridísimo amigo, que nos ha sido arrebatado de forma muy trágica.
Señor, sé que en Tu mano están nuestros años, pero la conmoción y la tristeza por la manera en que la vida de esta hermosa persona, a quien amamos mucho, fue interrumpida de forma tan espantosa, llena nuestros corazones de profundo dolor y sufrimiento.
Consuélanos en este momento de pérdida, y sostén a todos los que hoy sufren, sabiendo que eres nuestro Dios del consuelo y el Gran Consolador Que consuela a todos los que sufren. En particular, mantente cerca de su familia y de sus personas queridas y cercanas. Dales Tu paz y la certeza de que los acompañas en su dolor, y derrama la luz de Tu amor en sus corazones heridos. En nombre de Jesús,
Amén.
Querido Señor, gracias porque eres nuestro amparo y fortaleza y porque siempre Te mantienes cerca de los que lloran la pérdida de alguien. Oh Señor, ruego que nos brindes la ayuda y la sabiduría que necesitamos en este momento mientras enfrentamos la tarea de hacer todos los preparativos fúnebres y a la vez intentamos asimilar nuestra triste pérdida.
Señor, pareciera que hay tanto que hacer y tantas personas a las que contactar, que me siento un poco agobiado por todo lo que hay que hacer. Ruego que nos guíes y nos orientes mientras hacemos los preparativos fúnebres.
Mantennos cerca de Tus brazos amorosos y bríndanos todo lo que necesitamos para realizar esta enorme tarea. Gracias, pues has prometido apoyarnos en nuestras debilidades si depositamos en Ti todas nuestras preocupaciones.
Danos Tu paz que sobrepasa el entendimiento humano y la paciencia para ocuparnos de todos aquellos con los que debemos ponernos en contacto. Gracias, Señor, pues Tus brazos eternos siempre están allí para sostenernos, darnos fortaleza, apoyarnos y sustentarnos. Alabado sea Tu santo nombre, pues eres un Salvador Que se preocupa de cada uno de Sus hijos. Gracias, Señor Jesús,
Amén.
Querido Señor, eres el Padre de todas las misericordias, Quien se preocupa de todo Su pueblo con infinito amor. Eres el Dios de todo el consuelo, Quien consuela a todos aquellos que sufren la muerte de un ser querido. Eres el Dios de toda la paz, Quien ha prometido derramar Su paz perfecta en los corazones de Sus hijos que atraviesan el dolor y sufrimiento que provoca la pérdida de un ser querido.
Oh Señor, ruego que Te conviertas en su fortaleza en este momento de pérdida, su esperanza en este momento de duelo, su júbilo en este momento de sufrimiento, y su paz perfecta en la turbación que deben estar enfrentando sus corazones.
Gracias porque el aguijón de la muerte ha sido roto para siempre y la maldición de la tumba ha sido destruida a través de la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Él ha derribado para siempre el poder de la muerte y del infierno por todos los que confiamos en Su nombre.
Háblales a los corazones de todos Tus hijos que lloran esta pérdida, y no los dejes llorar como aquellos que no tienen esperanza. Y Señor, respecto a aquellos que todavía no Te reconocen como el Salvador Que murió por ellos, ruego que lleguen a reconocerte y a aceptarte como su Salvador y hallen la paz perfecta en Ti. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.