Oh, Señor, Dios mío, he venido a Ti con el espíritu apesadumbrado, pues se me parte el corazón. Mi mente está conmovida, y simplemente no comprendo la conmoción que pareciera sacudirme desde todas partes. Señor, Tú conoces perfectamente el dolor que siente mi corazón y la tristeza y el sufrimiento que siento, y he venido a Ti, Dios mío, a pedirte que le des a mi corazón Tu bendita paz.
Sana mi corazón herido y venda las laceraciones que han penetrado en lo profundo de mi alma, pues solo Tú eres mi esperanza, solo Tú eres mi fortaleza y mi soporte. No tengo nada y Tú eres lo único que me queda, Señor.
Ruego que cures mi corazón quebrantado, tal como lo has prometido. Tu Palabra dice que viniste a sanar a los quebrantados de corazón y a liberar a los que están atrapados en la turbación emocional de sus vidas. Señor, esa es mi situación actual, y solo confío en Ti.
Te entrego mi corazón quebrantado y ruego por Tu paz bendita, Tu paz misericordiosa, Tu paz perfecta que sobrepasa todo entendimiento humano. Tómame tal como soy, Señor, y lléname nuevamente de tu amor y gracia, pues solo Tú puedes renovar mi espíritu, y solo en Ti puedo descansar a salvo.
Gracias, oh Señor, Dios mío,
Amén.
Querido y amado Padre Celestial, he venido a ti como un pecador quebrantado de corazón. He venido a Ti quebrantado de corazón, pues recién comienzo a comprender lo que realmente hizo por mí el Señor Jesucristo en la Cruz. Me doy cuenta de que soy un pecador, no solo por las malas acciones que he cometido, sino que en el fondo de mi corazón, que está saturado de pecado. Ahora comprendo qué significa cuando la Biblia dice que nadie es bueno y que todos los hombres quieren obrar mal todo el tiempo. Me veo reflejado a mí mismo en tal versículo.
Señor, lo siento mucho, y solo quiero arrepentirme y alejarme de todo el mal que he hecho. Mi corazón está roto como para comprender que el castigo que merezco lo recibió el Señor Jesús, y que fue Él quien pagó el precio de mis pecados. Y todos mis pecados han sido lavados, y Él incluso me ha vestido de Su propia bondad y justicia.
Dios Padre, sé que soy una persona pecadora y que lo único que merezco es el infierno—ser separado de ti eternamente—; sin embargo, gracias a Cristo, mi alma negra se ha purificado y limpiado.
Gracias, Padre. Creo y confío en Cristo mi Salvador, y Te doy gracias porque Jesucristo murió por todos nosotros.
Amén.
Oh, Padre, he venido a Ti a poner toda mi confusión y dolor a Tus pies, pues mi propio hijo querido ha traicionado mi confianza y me ha partido el corazón. Pongo todo mi sufrimiento y dolor a Tus pies.
Señor, mi hijo ha sido hipnotizado por los caprichos de este mundo y ha renunciado a todas las cosas que aprendió de niño, a todas las cosas que le enseñamos. Señor, no solo nos ha dado la espalda y ha caído en los brazos del mundo, sino que Te ha rechazado y ha preferido un sistema que busca destruirlo.
Oh, Padre, dejo a mi hijo en Tus manos. Tú prometiste que si enseñamos a un hijo el camino en que debe andar, aun cuando sea viejo no se apartará de él. Padre, Te pido que, con Tu gracia y misericordia, lo convenzas de su pecado, lo alejes de estos deseos ímpios y lo restablezcas en el evangelio de la verdad.
Señor, Tú sabes que desde niño le enseñamos las cosas del Señor. Te pido que, sin importar lo que haga falta, lo convenzas de su pecado y lo hagas volver a la verdad de Tu Palabra.
Ruego que llenes mi corazón de Tu paz mientras Te encomiendo a mi hijo. En nombre de Jesús,
Amén.
¿Cómo puedo afrontar el futuro, Señor, si mi corazón está roto? El amor de mi vida se ha cansado de nuestra relación y me ha dejado, y mi corazón está roto, Señor.
¿Por qué tuvo que pasar esto? Pensaba que Tú nos habías juntado. Pensaba que nuestro amor mutuo se había originado en el cielo. Pero ahora se ha marchado, y se me parte el corazón.
Ruego que me ayudes a aceptar la realidad y a no anhelar algo que pudo haber sido. Ayúdame a mirar hacia el futuro y a no arrepentirme del pasado. Y hoy, Señor, ahora, deposito mi confianza en Ti, pues quiero que guíes mis pasos, ya que sé que si sigo mi propio corazón, terminaré siempre desconsolado.
Guíame, Señor. Guíame por el camino que debería tomar. Sana mi corazón quebrantado, y ruego que la amargura no sea el fruto de esta experiencia, sino que conviertas el quebrantamiento en belleza y reemplaces la desesperanza por Tu júbilo. Dejo en Tus manos mi vida, mi futuro, mis relaciones, y a mí mismo.
Acércame cada vez más a una comunión segura contigo. Gracias, pues realmente secas cada lágrima de nuestros ojos. Te amo, Señor,
Amén.