Querido y amado Padre Celestial, he venido a ti como un pecador quebrantado de corazón. He venido a Ti quebrantado de corazón, pues recién comienzo a comprender lo que realmente hizo por mí el Señor Jesucristo en la Cruz. Me doy cuenta de que soy un pecador, no solo por las malas acciones que he cometido, sino que en el fondo de mi corazón, que está saturado de pecado. Ahora comprendo qué significa cuando la Biblia dice que nadie es bueno y que todos los hombres quieren obrar mal todo el tiempo. Me veo reflejado a mí mismo en tal versículo.
Señor, lo siento mucho, y solo quiero arrepentirme y alejarme de todo el mal que he hecho. Mi corazón está roto como para comprender que el castigo que merezco lo recibió el Señor Jesús, y que fue Él quien pagó el precio de mis pecados. Y todos mis pecados han sido lavados, y Él incluso me ha vestido de Su propia bondad y justicia.
Dios Padre, sé que soy una persona pecadora y que lo único que merezco es el infierno—ser separado de ti eternamente—; sin embargo, gracias a Cristo, mi alma negra se ha purificado y limpiado.
Gracias, Padre. Creo y confío en Cristo mi Salvador, y Te doy gracias porque Jesucristo murió por todos nosotros.
Amén.