Oh, Padre, he venido a Ti a poner toda mi confusión y dolor a Tus pies, pues mi propio hijo querido ha traicionado mi confianza y me ha partido el corazón. Pongo todo mi sufrimiento y dolor a Tus pies.
Señor, mi hijo ha sido hipnotizado por los caprichos de este mundo y ha renunciado a todas las cosas que aprendió de niño, a todas las cosas que le enseñamos. Señor, no solo nos ha dado la espalda y ha caído en los brazos del mundo, sino que Te ha rechazado y ha preferido un sistema que busca destruirlo.
Oh, Padre, dejo a mi hijo en Tus manos. Tú prometiste que si enseñamos a un hijo el camino en que debe andar, aun cuando sea viejo no se apartará de él. Padre, Te pido que, con Tu gracia y misericordia, lo convenzas de su pecado, lo alejes de estos deseos ímpios y lo restablezcas en el evangelio de la verdad.
Señor, Tú sabes que desde niño le enseñamos las cosas del Señor. Te pido que, sin importar lo que haga falta, lo convenzas de su pecado y lo hagas volver a la verdad de Tu Palabra.
Ruego que llenes mi corazón de Tu paz mientras Te encomiendo a mi hijo. En nombre de Jesús,
Amén.