Querido Padre celestial, a menudo me fijo en los demás y solo deseo ser como ellos o tener lo que ellos tienen y, Padre, pareciera convertirse en una obsesión, lo cual me asusta, Señor. Ayúdame a vencer estos celos obsesivos de desear ser como los demás y de envidiar sus oportunidades y personalidades.
Señor, sé que soy una creación admirable y que planificaste cada día de mi vida, y que incluso sabes cuántos cabellos hay en mi cabeza. Y en el fondo de mi corazón sé que moriste por mí porque me amas. Señor, ayúdame a ser feliz conmigo mismo y con quién soy, y Te pido que me ayudes a vencer este deseo de querer siempre ser como los demás.
Señor, ruego que cada vez que comience a sentir celos o envidia, me ayudes a capturar dicho pensamiento y entregárselo a Jesús. En lugar de eso, ayúdame a fijar mis pensamientos en Ti y a recordar que moriste en la cruz y resucitaste porque me amas.
Gracias por amarme, y ruego poder aprender a convertirme en la persona que quieres que sea y dejar de desear siempre ser como los demás. Gracias, en nombre de Jesucristo, mi Salvador,
Amén.
Padre amado, perdóname por sentir envidia, pues sé que no es justa y que es muy perjudicial para mi bienestar, mi salud y mis relaciones. No me dejes fijarme en los atributos y logros de los demás ni desear tener sus dones y virtudes. Señor, ayúdame a desarrollar una actitud de alegría y paz, que sé que solo de Ti proviene.
Señor, a veces mi envidia estúpida me ha distanciado de mis amigos queridos, e incluso me ha causado problemas con mi familia. Este deseo de tener lo que los demás tienen o disfrutar la popularidad y el carisma que los demás parecieran tener a veces se ha vuelto tan agobiante que no sé qué camino tomar, y sé que esta no es Tu voluntad para mi vida.
Perdóname por mi envidia y ayúdame a desarrollar una actitud de gratitud por todo lo que soy y todo lo que tengo. Y Señor, ruego que me des la gracia para convertir mis pensamientos envidiosos y celosos en pensamientos puros y correctos.
Señor, sé que las Sagradas Escrituras dicen que debo pensar en todo lo que es verdadero, bueno, correcto, puro, hermoso y admirable, y en todo lo que es excelente y loable, y que debo fijar mis pensamientos en tales cosas. Señor, ayúdame a mejorar mi mentalidad, pues sé que contigo todo es posible. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.
Amante Señor, sé que los celos de la carne son destructivos y perversos, y que delante de Tus ojos son aborrecibles; sin embargo, Tú manifiestas celos buenos y piadosos hacia Tus hijos y hacia las cosas de Dios que son hermosas delante de Tus ojos.
Gracias, Señor, pues manifiestas celos en la manera en que me amas. También Te doy gracias por los celos piadosos que manifestó Pablo hacia la Iglesia de Dios, y ruego también poder desarrollar un deseo como el suyo, para que protejas a la Iglesia de la perversidad de Satanás, que desea descarriar a los creyentes de la misma forma en que engañó a Eva en el jardín del Edén.
Ayúdame cada vez más a desarrollar una pasión piadosa, un celo piadoso hacia las cosas de Dios. Ayúdame a no perpetuar la verdad poniéndola en peligro ni diluir el evangelio de la gracia para mantener una unidad falsa, más bien, Señor, ruego poder desarrollar una pasión por la verdad mientras busco compartir el evangelio de gracia con todos los que están dispuestos a escuchar. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.
Querido Señor, he traído ante Ti a todas las personas que están enredadas en la envidia y en los celos, lo cual tiene un efecto muy perjudicial en la vida de todos los que están atrapados en sus caminos destructivos. Señor, sé que la envidia es como un cáncer que carcome a una persona de adentro hacia afuera y que es una raíz que da origen a otros males de la carne y deseos malsanos. Señor, Te pido que tengas compasión y piedad de todos los que han sucumbido a este camino destructivo.
Señor, sé que de Ti proviene toda buena dádiva, y ruego que, con Tu gracia, busques a aquellos que todavía no Te conocen, pero que desean alejarse de sus actitudes envidiosas y celosas. Hazlos establecer una relación salvadora contigo, Señor. Y Señor, si hay creyentes que en su corazón tengan rasgos celosos, ruego que los convenzas de que necesitan alejarse de esta senda destructiva para que así vuelvan a estar en comunión contigo.
Señor, si en mi corazón hay celos ocultos, ruego que, con Tu gracia, me hagas identificarlos y confesarlos como parte de mis luchas personales, incluso si no estoy consciente de ellos o si los he camuflado con mi soberbia insensata. Gracias, Señor, porque moriste por cada uno de nosotros y porque no le das las espalda a nadie que clame por Tu ayuda. Por lo tanto, ruego que, con Tu amor y compasión, Te acerques a aquellos que se hunden en el abismo de la envidia y los acerques a Tus brazos. En nombre de Jesús,
Amén.