Querido Dios Padre, Te alabo y Te agradezco por Tu benevolencia y gran misericordia que se renueva cada mañana y que permanece firme e inquebrantable durante todo el día, para así darme fortaleza y sostenerme. Gracias por la gloria de la cruz, pues sé que fui separado de Tu corazón lleno de amor y expulsado del reino del cielo. No hay palabras que puedan describir la admiración que siento por haber enviado a Tu Hijo unigénito a la tierra, hecho hombre, para que viviera una vida de rechazo y dolor, y sufriera y muriera por mí en la cruz de El Calvario, de manera que mis pecados pudieran ser perdonados y pudiera vivir eternamente junto a Ti en el cielo.
Gracias, Padre, porque aunque era indigno de acercarme a Tu trono glorioso y era esclavo del reino de las tinieblas, con Tu misericordia y gracia, descendiste y me liberaste de la esclavitud de Satanás y del abismo del pecado, y me sentaste junto a Cristo en lugares celestiales y derramaste en mí Tu gracia y favor que no merecía. Gracias, pues ahora soy uno de Tus hijos redimidos. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.
Padre, mi corazón suplica por Tu misericordia y gracia, pues sé que no hay nada que me recomiende a Ti y nada puedo hacer para merecer Tu perdón, salvo en la cruz de Jesucristo mi Señor. Padre, mis pecados testifican en contra de mí, pues mi corazón está herido y ensangrentado, y no hay nada sano en mí. A menudo mis pensamientos son inmundos y no honran a un Dios santo. Y con frecuencia se traducen en palabras y acciones viles que contradicen mi unión en Cristo y mi posición como hijo de Dios. Pues aunque he confiado en Cristo como mi Salvador, he pecado contra Ti en pensamiento, palabra y acción, y ya no soy digno de ser llamado Tu hijo.
Señor, he pecado contra Ti y confieso mis pecados ante Ti. Mi corazón desea alejarse inmediatamente de mis pecados y volver a Ti. Volver a mi primer amor, mi Señor Jesucristo. Gracias porque Tu misericordia hacia mí es inquebrantable. Gracias porque Tu benevolencia hacia mí y hacia todos Tus hijos se renueva cada mañana. Gracias porque aunque sea infiel, Tú permaneces fiel a las promesas que me has hecho; que todo el que cree en Jesús no perecerá, sino tendrá vida eterna. Gracias porque la muerte de Cristo en la cruz ha lavado todos mis pecados pasados, actuales y futuros. Señor, a partir de hoy, enséñame a capturar cada pensamiento y entregártelo, y lava y purifica mi corazón para así vivir y obrar de manera de honrarte y glorificarte. Ruego en el hermoso nombre de Jesús,
Amén.
Padre que estás en los cielos, me asombro ante la gran misericordia y gracia que has manifestado hacia una raza caída de pecadores. Por derecho, deberíamos ser separados eternamente de Tu santidad y bondad, pues nos hemos rebelado contra Ti en pensamiento, palabra y acción. Y a pesar de esto, con Tu benevolencia y misericordia, descendiste a la humanidad caída, nos resucitaste y nos sentaste junto a Tu Hijo amado, nuestro Salvador, Jesucristo, Que murió para que pudiéramos vivir. Gracia por Tu magnífico perdón y por Tu maravillosa gracia hacia nosotros.
Padre, ruego que enciendas en mi corazón una chispa de verdadero perdón y misericordia hacia todos aquellos que nos han lastimado o nos han hecho daño, ya sea de manera intencional o accidental, pues sé que Tu voluntad no es solamente que tengamos misericordia piadosa hacia los demás, sino también que nos convirtamos en beneficiarios semejantes cuando nuestro corazón se inunde de misericordia y perdón. Ruego que erradiques cualquier amargura o malicia persistente que aceche dentro de mi corazón, y que el fruto piadoso de la misericordia y del amor brote, florezca y se convierta en el verdadero fruto de la justicia, de manera de honrarte y glorificarte. Ruego en nombre de Jesucristo nuestro Señor,
Amén.
Padre celestial, gracias porque, a través de Tu Espíritu, has concedido a Tus hijos distintos dones espirituales (o tal vez un solo don especial) y, con Tu gracia, hemos de usarlos para promover y edificar todo el cuerpo de Cristo. Gracias, Señor, por la manera en que nos has bendecido de una manera especial y hermosa, y por habernos permitido, con Tu gracia, contribuir de manera única a promover Tus planes y propósitos en el cuerpo de Cristo, pues Él es todo en todos. Padre, me has dado un corazón lleno de amor especial hacia mis hermanos y hermanas en Cristo, y aunque no tengo el don de enseñar ni de practicar algunos de los dones más evidentes del Espíritu, me pregunto si harás brotar en mí el hermoso don de animar, amar y tener misericordia de mis hermanos y hermanas en Cristo.
Señor, ruego que, si me llevas por esta senda, me uses como una herramienta santificada que no solo derrame ilimitadamente misericordia y amor en los demás, sino para alentarlos a tener la misma misericordia y perdón con sus hermanos y hermanas del cuerpo de Cristo y con el mundo en general. Señor, sé que a través de mi mismo no tengo nada que me recomiende para este ministerio especial de misericordia y edificación, pues sé que sin Cristo nada puedo hacer. Sin embargo, alabado sea Dios porque a través de Cristo puedo hacer cualquier cosa, Quien me fortalece. Hazme ser barro moldeable en la mano del Alfarero, y amóldame y conviérteme en la persona que Tú quieres que sea. Úsame en Tu momento y a Tu manera para alabarte y glorificarte. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.
Padre, vivimos en un mundo donde son tantas las personas que sufren, que a veces puede volverse abrumador, y nos apartamos y prácticamente esperamos que el problema desaparecerá. Y a pesar de esto, Jesús demostró una vida que rebosaba de profunda compasión y misericordia hacia todos los heridos, abusados, agobiados o lastimados. Ayúdanos a extender un brazo generoso de consuelo al ver que otras personas sufren o sienten dolor, y haznos extender una misericordia piadosa que solo de Ti proviene hacia los no amables.
Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo se convierta en nuestra vestimenta interior, y que el amor del Padre sea nuestra vestidura, para que así, a través de Tu Espíritu, estemos empoderados para bendecir y ayudar a todos aquellos con los que tengamos contacto. Que todo lo que digamos y hagamos sea testimonio de la gracia y misericordia de Dios, y rogamos que nos des la oportunidad de ser ministros de Tu misericordia y amor, para Tu gloria y alabanza. Rogamos en nombre de Jesús,
Amén.