Padre que estás en los cielos, me asombro ante la gran misericordia y gracia que has manifestado hacia una raza caída de pecadores. Por derecho, deberíamos ser separados eternamente de Tu santidad y bondad, pues nos hemos rebelado contra Ti en pensamiento, palabra y acción. Y a pesar de esto, con Tu benevolencia y misericordia, descendiste a la humanidad caída, nos resucitaste y nos sentaste junto a Tu Hijo amado, nuestro Salvador, Jesucristo, Que murió para que pudiéramos vivir. Gracia por Tu magnífico perdón y por Tu maravillosa gracia hacia nosotros.
Padre, ruego que enciendas en mi corazón una chispa de verdadero perdón y misericordia hacia todos aquellos que nos han lastimado o nos han hecho daño, ya sea de manera intencional o accidental, pues sé que Tu voluntad no es solamente que tengamos misericordia piadosa hacia los demás, sino también que nos convirtamos en beneficiarios semejantes cuando nuestro corazón se inunde de misericordia y perdón. Ruego que erradiques cualquier amargura o malicia persistente que aceche dentro de mi corazón, y que el fruto piadoso de la misericordia y del amor brote, florezca y se convierta en el verdadero fruto de la justicia, de manera de honrarte y glorificarte. Ruego en nombre de Jesucristo nuestro Señor,
Amén.