Amante Señor y Padre celestial, gracias porque siempre estás ahí para ayudarme y porque has prometido jamás abandonarme ni desampararme. Padre, hay una cantidad cada vez mayor de males en el mundo que pueden infundir temor en nuestros corazones; sin embargo, sé que has prometido acompañarme, protegerme y defenderme, incluso hasta el fin de los tiempos.
Ruego que me toques con Tu mano de protección y cubras a mis seres queridos con Tu paz, gracia, consuelo y esperanza. Ayúdame a confiarte todas las cosas, y nunca me dejes olvidar que, pase lo que pase en esta vida, has prometido ser mi Protector y mi Proveedor, mi Roca y mi Escudo de defensa.
Ruego que me dejes soñar profundamente esta noche, y manten lejos de mi corazón las sombras acechantes de oscuridad y miedo. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.