Querido Señor Jesús, mi querida abuela está confinada a la cama, ya que ha perdido la fuerza de sus piernas, y pasa mucho tiempo acostada o sentada en una silla. Señor, debido a esto, le han aparecido algunas escaras horribles en la espalda y, Señor, son muy dolorosas, a pesar de que no se queja al respecto.
Señor, Te pido que las sanes. Ayúdanos a encontrar el ungüento adecuado para poder sanarlas, y danos sabiduría mientras intentamos cuidarla y mantenerla lo más cómoda posible con estas espantosas escaras.
Te doy gracias por mi abuela, que es una mujer muy bondadosa y que ha sido una maravillosa fuente de ánimo para mí en mi vida. Mantente cerca de ella, Señor, y ruego que la sanes, y Te doy gracias por su vida y testimonio. En nombre de Jesús,
Amén.