Amante Señor, nos has dado paz para con Dios a través de la sangre de Jesucristo nuestro Salvador y has perdonado nuestros pecados, y también nos has prometido que la paz de Dios cuidará y gobernará nuestros corazones en todas las circunstancias de la vida.
Señor, no dejes que mi corazón se desaliente, se turbe ni tenga miedo, y ayúdame a capturar cualquier pensamiento problemático que aflija mi mente, para así entregártelo de inmediato, pues sé lo destructivo y engañoso que es cuando un corazón no se aferra a las promesas de la Palabra de Dios.
Manten los ojos de mi corazón puestos firmemente en mi Señor Jesús, pues sé que todo el que pone los ojos en Ti será protegido por el poder de la fuerza de Dios, ya que nada puede hacer temblar al que se fundamenta y se aferra a Cristo, la sólida Roca.
Gracias, Señor, por la promesa de la paz perfecta que has dado a todos los que Te conocen y Te aman como su Señor y Salvador, en Cuyo nombre oro,
Amén.