Oh Dios, Padre mío, quiero ser una persona madura. No sé con certeza qué es la madurez, pero sé cuando me comporto de forma infantil, lo cual me avergüenza.
Ayúdame a poner mis emociones bajo el control del Espíritu. Ayúdame a no hablar demasiado, a no insistir en hacer las cosas a mi manera, a superar mis miedos, mis dudas, y otras cosas que dan cuenta de mi inmadurez.
Nuevamente y una vez más me encomiendo a Ti. Ayúdame a ser una gloria y no una vergüenza mientras profeso Tu nombre.
Ruego por amor de Su nombre,
Amén.