Padre celestial, solo debemos fijarnos en la iglesia de Éfeso para ver la facilidad con la que los cristianos, a nivel individual y colectivo, hemos dejado nuestro primer amor y hemos permitido que el amor que teníamos por Ti y por los demás se agote y se enfríe. Padre, perdónanos por permitir que pasara esto en todo el Cuerpo de Cristo, que a menudo se ha convertido en un lugar que critica a nuestros hermanos o que difama a los demás que no piensan igual que nosotros.
Vuelve a darnos vida, Señor, y que el amor que impregnaba a la Iglesia temprana, donde descubrimos que los cristianos amaban en pensamiento, palabra y acción, comience a propagarse una vez más por todo el Cuerpo de los verdaderos creyentes. Déjanos volver a un tiempo donde el amor dentro de la Iglesia de Dios comience a resplandecer mientras nos convertimos en sal y luz para un mundo necesitado.
Perdónanos, Padre, porque nuestro amor por Ti y por el Señor Jesús se ha debilitado. Vuelve a encender el fuego del amor que hoy se propague por la Iglesia, para que tengamos unidad en la esencia de nuestra fe, manifestemos libertad en lo superfluo, y demostremos verdadero amor piadoso en todos los ámbitos de nuestra vida cristiana. Rogamos en nombre de Jesús,
Amén.