Padre, ayúdame a fiarme de Tu Palabra y a no preocuparme por las cosas de esta vida. Señor, confieso que tiendo a preocuparme por las pequeñeces de la vida, y sé que esto demuestra desconfianza en la verdad de Tu Palabra, pues has prometido atender todas nuestras necesidades conforme a las riquezas de Tu misericordia.
Señor, ayúdame a depositar mi confianza en Ti día a día. Sé que nos has dicho que no dejemos que nuestros corazones se turben y que confiemos en Ti en todas las circunstancias de la vida. Señor, cuando el miedo comience a acumularse en mi corazón, ayúdame a entregártelo de inmediato, a poner los ojos en el Señor Jesús y a descansar en Tus promesas de paz.
Gracias por todo lo que me has brindado durante toda mi vida; mi vida, mi hogar, mi familia y mis amigos, mi salud y mi fortaleza, y por los numerosos beneficios que día a día derramas en mí. Sobre todo, Te doy gracias porque moriste por mí en la cruz para que así pueda vivir eternamente junto a Ti en el cielo. Te amo, Señor, y ruego que en los días por venir pueda acudir a Ti tan pronto como se cruce por mi mente el primer pensamiento negativo, y Te pido que lo reemplaces por Tu paz perfecta. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.