Dios Padre, durante los últimos meses he presenciado el momento más crítico de toda mi trayectoria empresarial. Pareciera ser cada vez más la gente que enfrenta dificultades financieras, y las pequeñas empresas se encuentran en una situación donde sus familias fundadoras—que han visto pasar muchas generaciones—tienen que cerrar sus puertas. Señor, aunque mi corazón se llena de tristeza al ver a tantas personas en esta situación devastadora, sea cual sea la razon de su fracaso económico, confío en Ti y en nadie más.
Me faltan las palabras, Padre, pero qué bendición poder recitar la oración que el profeta Habacuc puso ante Ti hace tantos siglos, y aun así aquellas palabras parecieran tener tanta relevancia para las dificultades que muchos enfrentan hoy.
"Mi corazón late con fuerza y mis labios tiemblan, mis huesos se debilitan, y tiemblo donde estoy. Mas esperaré con paciencia al Señor. Aunque la higuera no eche brotes, ni haya frutos en las viñas, aunque falte el producto del olivo y los campos no produzcan alimento, aunque falten las ovejas del aprisco y no haya vacas en los establos. Con todo yo me alegraré del Señor, me regocijaré en el Dios de mi Salvación. El Señor Dios es mi fortaleza".
¡Alabado sea Tu santo nombre!
Amén.