Padre celestial, gracias por habernos llamado a servir a Tu reino a través de esta maravillosa iglesia. Gracias por haber usado nuestros dones y talentos individuales para manifestar Tu Reino así en la tierra como en el cielo. Señor, estamos agradecidos por la libertad que tenemos de adorarte, Dios nuestro.
Gracias por Tus abundantes bendiciones. Gracias por haber aumentado Tu presencia, poder, unción y abundancia en nuestra Familia Eclesial. Eres grande y digno de suprema alabanza. Hemos de temerte por sobre todos los dioses. La tierra y todo lo que hay en ella Te pertenecen, así como el mundo y todos los que en él habitan. Fundaste el mundo sobre los mares y lo asentaste en las profundidades del océano.
Señor, ningún dios pagano se asemeja a Ti. Ninguno puede hacer lo que Tú haces. Padre amado, declaramos que Te amaremos con todos nuestros corazones, almas, mentes y fuerzas. Como Familia Eclesial, confesamos que nos amaremos el uno al otro como a nosotros mismos. Como Tus hijos, proclamamos que nos hemos vestido de Cristo, como si nos pusiéramos una vestimenta nueva, y que caminaremos en unidad y nos amaremos el uno al otro.
Es por este amor que nos manifestamos mutuamente que la gente sabrá que somos Tus discípulos. Tu Palabra nos dice que si Te amamos, también debemos amar a nuestros hermanos y hermanas cristianos. Por lo tanto, declaramos que no solamente velaremos por nuestros intereses propios, sino por las necesidades de los demás. Declaramos que viviremos en armonía entre nosotros y que no nos dividiremos. Seremos una sola mente, unida en pensamiento y en propósito.
Como Familia Eclesial, declaramos que nos alejaremos del mal y haremos el bien, y que buscaremos la paz y trabajaremos para mantenerla. Nos alentaremos y nos daremos fortaleza el uno al otro. Sobre todo, nos vestiremos de amor, que es el vínculo de la perfección. En nombre de Jesús,
Amén.