Gracias, Padre, porque he renacido y me he convertido en una nueva creación en Cristo. Gracias porque soy parte de Tu familia, porque he sido aceptado en Cristo, porque el Espíritu Santo habita en mí y porque has comenzado una buena obra en mi vida.
Gracias, pues has prometido terminar la buena obra que has comenzado en mí, y ruego estar abierto a escuchar Tu voz y preparado para someterme a Tu voluntad cada día más.
Señor, sé que a través de mí mismo nada puedo hacer, y que solo al permanecer en Cristo y depender de Él, el Espíritu Santo podrá hacer fructífera mi vida. Ruego poder permanecer en Ti cada día y producir abundante fruto para que a través de este pueda glorificar Tu nombre.
Déjame mengüar ante mis propios ojos y ante los ojos de los demás, mientras el Señor Jesús crece en todo lo que digo y hago, hasta que yo no sea nada y Él sea todo. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.