Padre celestial y amado mío, en el fondo de mi corazón sé que se acerca la hora de despedirme de mi querida madre. Sé que le queda muy poco tiempo en este mundo, por lo que Te ruego, Señor, que permanezcas cerca de ella. La amo mucho, y me duele verla tan cerca de la muerte.
Señor, no quiero despedirme, pero me duele mucho verla sufrir tanto y ver cómo se desvanece lentamente su fortaleza. Ruego que me des la valentía y la gracia para enfrentar lo inevitable. Pero, Señor, también ayúdame a aprovechar el tiempo que le queda a mi querida madre para hacerlo lo más especial posible.
Te doy gracias, Padre, por haberme dado a mi madre. Siempre ha sido muy especial para mí de muchas maneras. Me enseño y me formó, me corrigió y me ayudó, y siempre estuvo ahí cuando la necesitaba, incluso cuando fui ingrato.
Su amor por Ti, Señor Jesús, es muy especial y es algo que recordaré toda mi vida. Gracias, pues ella fue la única que me enseñó sobre Jesús y sobre cómo murió en la cruz para recibir el castigo que yo merecía, y también me enseñó que resucitó y que volverá a venir para llevarnos a estar junto a Él en el cielo. Gracias, Padre, por mi madre.
Ruego que la acompañes en cada aliento, hasta que la lleves para estar junto a Ti. Gracias.
Amén.