Oración por un siervo moribundo

Oh Dios el Padre, Padre de los espíritus de todos los hombres; Oh Dios el Hijo, que ha lavado nuestros pecados con su propia sangre, y que con su resurrección ha sacado a luz la vida y la inmortalidad; Oh Dios el Santo Fantasma, Regenerador, Santificador y Consolador de tus santos; te rogamos que ahora tengas compasión del abatimiento de tu siervo, que yace en la gravedad de su enfermedad.

Te encomendamos su alma para que sea recibida en las manos de un Creador fiel y un Salvador misericordioso. Lávalo de toda culpa en la sangre del Cordero. Termina en él tu obra perfecta de santificación, y dótalo en abundancia de cada gracia, para así hacerlo completo en toda la plenitud de Cristo. Aunque su carne y corazón desfallezcan, sé la fortaleza de su corazón y su porción para siempre.

Bríndale tu paz, y no dejes que su corazón se agobie ni que tenga miedo. Tras haberte marchado y haberle preparado un lugar, regresa nuevamente y llévalo contigo, para que también pueda estar donde tú estás.

Y consuela de manera bondadosa a los que lloramos esta pérdida. Acalla las murmuraciones de nuestros corazones rebeldes. Permítenos decir con tu siervo de antaño: "El Señor da, y el Señor quita, bendito sea el nombre del Señor". Haznos conscientes de nuestra propia mortalidad y enséñanos a contar los días en que podamos dedicar profundamente nuestros corazones a tal sabiduría celestial que, al final, podrá darnos vida eterna, por los méritos de Jesucristo, tu único Hijo nuestro Señor,

Amén.
A A Hodge