Alabado seas, Padre, por la muerte expiatoria y la gloriosa resurrección de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. Te damos gracias, Padre, porque Cristo resucitó de entre los muertos y hoy está sentado a la diestra de la majestad en las alturas, habiendo obtenido la victoria final sobre el pecado, Satanás y la muerte.
Gracias, pues Cristo se ha convertido en la primicia de una gran cosecha de almas que han dormido en Él. Gracias, pues todos los que pertenecen a Cristo han recibido el perdón de sus pecados y una vida nueva en Él, y algún día resucitarán y vivirán para siempre junto a Ti en lugares celestiales.
Gracias, pues por obra de la cruz y la resurrección de Cristo, cada gobernante, autoridad, principado y potencia ha sido puesto bajo Su suprema autoridad y ley, y porque el Mismísimo Cristo reinará hasta que haya puesto a todos Sus enemigos debajo de Sus pies.
Que todo el poder, la gloria, la fuerza, la majestad y la autoridad sean para Él que está sentado sobre el trono, por los siglos de los siglos,
Amén.