Padre, Te alabamos y Te bendecimos por cada integrante de Tu familia eclesial de cualquier lugar del mundo, y por las diversas formas en que bondadosamente los usas para desempeñar el papel específico que les has asignado conforme a Tus planes y propósitos más amplios.
Gracias, pues somos un pueblo elegido, un sacerdocio real, una nación santa y pertenecemos a Ti. Gracias, pues somos piedras que son edificadas para ser una gloriosa morada, un Templo digno de nuestro Señor, de forma que podamos proclamar Tus alabanzas con nuestros labios y en nuestras vidas. Nos has sacado de las tinieblas y nos has llevado a Tu maravillosa luz, y te alabamos y bendecimos por tu gracia y misericordia hacia nosotros y hacia todas las personas.
Qué pueblo tan privilegiado somos, y cuánto Te agradecemos y Te bendecimos por habernos hecho uno solo y por habernos unido con Jesucristo nuestro Señor. Infunde en nuestros corazones el deseo de unirnos el uno con el otro bajo el estandarte de Cristo nuestra Cabeza. Santifícanos con Tu verdad y manten nuestros ojos siempre puestos en Jesús, pues solo Él es el Camino hacia Dios, el único Sacrificio por nuestros pecados y el único Mediador entre el hombre y Dios, pues al conocerlo recibiremos vida eterna, en Cuyo nombre oramos,
Amén.