Padre celestial, cuánto debe entristecer a Tu Espíritu Santo que por culpa nuestra se hayan establecido barreras y divisiones dentro del cuerpo de Cristo, a pesar de que Su oración era que fuéramos uno solo en unidad del espíritu, uno solo en el vínculo de la paz, uno solo en comunión y en amor hacia todos aquellos sobre los cuales es invocado Tu nombre.
Perdona nuestros prejuicios impíos y nuestros principios no cristianos. Perdona mis prejuicios y mi actitud hostil hacia otros creyentes que no se ajustan por completo a mi propia perspectiva de cómo debería ser un cristiano. Perdóname por criticar a otros hermanos y hermanas en Cristo y por declarar con demasiado prontitud nuestras diferencias y por denunciar que no son dignos de la comunión, en lugar de intentar descubrir nuestras similitudes en Cristo y regocijarnos de que nuestra ciudadanía está en el cielo.
Señor, ayúdame a amar a los demás tal como Tú me has amado; a amar sin prejuicios. Ayúdame a estar dispuesto y preparado para amar a los no amables y dejar que me amen aquellos a quienes probablemente rechazaría.
Une a Tu pueblo en amor, a través de la unidad del espíritu y del vínculo de la paz. Guíanos hacia toda la verdad, sabiendo que no haces favoritismos y que todos aquellos que confían en Tu sacrificio en El Calvario son pecadores perdonados, ciudadanos del cielo y que han sido aceptados por el Padre a través del Amado. En nombre de Jesús,
Amén.