Padre amado, mi esposo se ha divorciado de mí, y estoy llena de dolor y tristeza. Me casé con mi esposo para que estuviéramos juntos en las buenas y en las malas, en la riqueza o en la pobreza, en la salud o en la enfermedad, y esperaba que se prolongaría hasta que la muerte nos separara, pero las tensiones emocionales y económicas de nuestro matrimonio tanto se agravaron que nos hicieron separarnos y finalmente divorciarnos. Aunque mi esposo tomó la decisión de divorciarse en contra de mi voluntad, admito que también tengo parte de la culpa.
Señor, sé que aborreces el divorcio y que definitivamente no es Tu voluntad para ninguno de Tus hijos, pues hiciste al hombre y a la mujer para que se unieran a través del matrimonio, tal como Jesucristo está unido a la Iglesia, y siento que al haber pasado por este divorcio, he infringido Tu voluntad para mi vida.
Mi corazón no deja de tener sentimientos de culpa, e incluso he pensado que podrías rechazarme como Tu hija debido al papel que cumplí en este divorcio. Pero Señor, sé que la Biblia me dice que todos mis pecados, incluso cualquiera que se relacione con mi divorcio, fueron perdonados en la cruz, y que incluso cualquier pecado que cometa en el futuro fue perdonado con la sangre de Jesucristo mi Salvador.
Gracias, Señor, porque soy Tu hija. Ruego que elimines cualquier duda persistente y llenes mi corazón de Tu júbilo y paz. Sana mi dolor y tristeza, y gracias, Señor, pues nada en el cielo ni en la tierra puede separarme del Amor de Dios que es en Jesucristo mi Señor, incluido mi divorcio, por lo cual alabo Tu nombre. A partir de hoy, ayúdame a vivir de una forma que Te complazca. En nombre de Jesús,
Amén.