Querido Dios, siento que se me parte el corazón, pues he descubierto que mi cónyuge me ha sido infiel. El dolor es muy profundo, y me siento paralizado por todo lo ocurrido. Padre, he llegado a comprender que, en sentido estricto, no hay ningún culpable, pues cuando se desmorona un matrimonio, una parte de la culpa le corresponde a cada uno, al haber permitido que nuestra relación se estancara o por haber estado demasiado ocupados o desinteresados para darnos cuenta de que nos estábamos distanciando.
Perdóname, Señor, por haber contribuido a que nuestro matrimonio se deteriorara, y ayúdame a perdonar tal como Tú me perdonaste, de forma incondicional y con un profundo amor.
Señor, ruego que nos ayudes a reconstruir nuestra vida juntos, a juntar los fragmentos rotos del amor que alguna vez tuvimos el uno por el otro, y a comenzar otra vez sin temor a la culpa y con un amor nuevo. Déjanos estar preparados para escuchar Tu voz de corrección e instrucción y tomarnos en serio Tus palabras de bondad y perdón.
Amén.