Padre amado, hemos sido llamados a orar por la paz de Jerusalén y, Señor, rogamos que algún día Tu paz descienda sobre la ciudad de Jerusalén y se propague por toda la nación de Israel, hasta que el mundo se llene de la gloria de Dios, como las aguas cubren el mar.
Sin embargo, Padre, sabemos que no habrá paz en aquella tierra, ni tampoco en ninguna nación del mundo, hasta que el Señor Jesús venga a reinar como el Rey de reyes, el Señor de señores y el Príncipe de la Paz. Por lo tanto, Señor, oramos "Maranata", "Ven, Señor Jesús", "No tardes más, Jesús", "Ven a liberar a Tu pueblo", "Ven a establecer Tu ley prometida en la tierra", pues, Señor, sabemos que sin Ti no puede haber paz en la tierra, sino que solo aumentará el odio de las naciones hacia Tu Pueblo Israel y Tu ciudad santa de Jerusalén.
Las naciones se enfurecen cada vez más contra Tu pueblo y Tu tierra y, Padre, sabemos que nada puede traer paz a la tierra, salvo el regreso del Señor Jesucristo para que asuma la posición que Le corresponde como el Rey de Israel y el Salvador del Mundo.
Padre, rogamos que, mientras todavía quede tiempo, muchos lleguen a conocer y a confiar en el Señor Jesús como el único Príncipe de la Paz, tanto en la tierra de Israel como en todo el mundo. Rogamos en nombre de Jesús,
Amén.