Padre, solo Tú eres el Dios todopoderoso que abunda en misericordia y benevolencia. Padre, a lo largo de los siglos has manifestado inmensa paciencia y tolerancia hacia muchas personas; sin embargo, sabemos que algún día Tu ira justificada y perfecta caerá sobre las naciones de este mundo si seguimos desobedeciendo Tus leyes y si le damos la espalda al Dios de nuestra Salvación y a su Cristo ungido e Hijo Salvador.
Señor, nos hemos apartado de Tus caminos y nos hemos convertido en un rebaño de ovejas descarriadas sin su pastor. Señor, nos hemos convertido en un pueblo rebelde y hemos seguido los designios y deseos de nuestros propios corazones y nos hemos dejado llevar por las lujurias pecaminosas de nuestra carne caída. No merecemos ser llamados tus hijos. Señor, confesamos que hemos pecado contra un Dios santo y que hemos desestimado Tus caminos santos. Hemos seguido las sendas de la injusticia y nos hemos alejado del camino de la justicia que, con Tu gracia, creaste para que tomáramos y, Señor, no hay nada sano en nosotros, y tampoco merecemos Tu piedad ni Tu bondad.
Sin embargo, Señor, a lo largo de los siglos has demostrado que eres un Dios del perdón y un Dios de la benevolencia. Un Dios paciente, tolerante y misericordioso. Oh Señor, confesamos nuestros errores y faltas, nuestros pecados y nuestros corazones soberbios y rebeldes, y rogamos que nos confortes.
Perdónanos, Señor, y enséñanos Tus caminos. Vuelve a levantarnos para que seamos una nación que Te ame y que confíe en Ti y, Señor, rogamos que pronto llegue el día en que envíes a Tu Hijo, el Señor Jesucristo, para que venga a establecer Su reino eterno en la tierra. Señor, rogamos que llegue aquel día en que la tierra se llene de la gloria de Dios como las aguas cubren el mar.
Señor, rogamos que en Tu justicia te acuerdes de la misericordia. Apiádate de Tu creación y saca a muchos del lodo cenagoso para que vuelvan a Tus brazos amorosos de perdón. En nombre de Jesús,
Amén.