Querido Padre Celestial, cuánto Te agradezco y Te alabo porque eres nuestro Señor de la vida y nuestro Salvador del amor. Tú sostienes las riendas del universo en la palma de Tu mano. Gracias, pues tienes el control absoluto de todo lo que ocurre en este mundo caído, y porque no nos has dejado sin esperanza.
Gracias por nuestra Salvación en Cristo, y gracias, Padre, por la libertad que tengo en Él.
Gracias, pues he sido liberado de este sistema mundial y ahora puedo descansar en Ti.
Gracias porque nada puede pasarme que Tú no hayas permitido, y porque al final no será por mi bien, sino que por Tu gloria.
Señor, mientras se desvanecen las libertades temporales del mundo, déjame confiar en Ti y en nadie más. Dale a mi corazón Tu paz que sobrepasa todo entendimiento, aquella paz que puede liberarme de las preocupaciones y ansiedades que genera este mundo. Gracias, pues realmente eres mi Padre celestial, mi Señor de la vida y mi Salvador del amor, en Cuyo nombre oro,
Amén.