Padre celestial, a medida que el paso de los años se hace cada vez más evidente en mi cuerpo envejecido, mi ritmo se hace más lento, pierdo fortaleza y se deteriora mi memoria, ruego que me des la sabiduría para aceptar mi avanzada edad con gracia y entusiasmo, en lugar de tenerle miedo.
Ruego que me permitas envejecer con gracia y aceptar mi tercera edad con el deseo de hacer que cada día valga la pena, y considerar mi jubilación y mi avanzada edad como una ventaja y no como una aflicción que deba soportar.
Ayúdame a poner los ojos cada vez más en Ti para que atiendas todas mis necesidades a medida que pasan los años, y Te doy gracias porque has prometido que Tu gracia basta y se perfecciona en mi debilidad. Gracias porque este mundo no es mi hogar, pues mi ciudadanía está en el cielo. Sin embargo, hasta que llegue el momento en que me lleves para estar junto a Ti, ruego poder mantener mi espíritu, mi alma y mi cuerpo activos y vivir conforme al Señor. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.