Querido Padre, eres mi fortaleza y la morada en la Que hallo descanso y alegría. Antes de que se levantaran las montañas o se formara la tierra, Tú fuiste, eres y siempre serás el eterno "Yo Soy" por los siglos de los siglos, pues no hay Dios que se asemeje a Ti. Tu sabiduría es insuperable y Tu benevolencia se renueva cada mañana.
¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, si mil años delante de Tus ojos son como el día de ayer que ya pasó?, pues nuestras vidas son arrasadas en un instante y se desvanecen con rapidez como el rocío matutino. Y a pesar de esto, has puesto la eternidad en el corazón del hombre y has soplado Tu aliento de vida en nuestro espíritu.
Alabado sea Tu nombre, pues somos una creación admirable, y porque has planificado cada día de nuestras vidas y lo has registrado en Tu libro de memorias. Tú conoces mis pensamientos internos, escudriñas mi senda y conoces todos mis caminos.
Ayúdame a vivir conforme a Tu voluntad y a hacer solo aquellas cosas que sean complacientes delante de Tus ojos. Déjame correr la carrera de la vida que tengo por delante y manten mis ojos puestos en Jesús minuto a minuto, de manera de cumplir con Tu voluntad para mi vida y así alabarte y glorificarte. Ruego en nombre del Señor Jesús,
Amén.