Señor, he visto que una gran parte de la cristiandad se ha alejado de las sendas de la justicia, por lo que a veces siento que no queda nadie que realmente busque Tu rostro y ensalce el nombre del Señor Jesús. Y a pesar de todo, esto me recuerda que cuando Elías se sintió igual de solo y aislado espiritualmente, Tú Le recordaste que había otros siete mil creyentes fieles que no habían puesto en peligro su fe ni se habían arrodillado ante Baal.
Señor, perdóname por mi espíritu crítico hacia la Iglesia actual, pues sé que tienes muchos santos fieles mientras sigues construyendo Tu Iglesia, aunque a menudo en secreto y en silencio. Gracias por mis hermanos y hermanas de todo el mundo que han mantenido la fe y que consideran a Jesús el autor y consumador de su fe, y ruego que nos recuerdes a cada uno de nosotros las inmensas riquezas y el poder que tenemos en Cristo, y nos unas en el deseo de contarle la buena noticia del evangelio de la gracia a un mundo perdido y moribundo.
Haz brotar en nuestros corazones el deseo de que nos uses para generar un pequeño renacimiento y un despertar espiritual en el diminuto rincón del mundo en el que nos has puesto. Y forma en cada uno de nuestros corazones una unidad con el Espíritu de Cristo, para que así los demás puedan identificar que conocemos a Jesús, en Cuyo nombre oro,
Amén.