Padre celestial, gracias porque Te llevarás de este mundo a Tu propio pueblo. Gracias porque has prometido acompañar a todo el pueblo de Dios en todas las pruebas y dificultades de sus vidas.
Alivia los sufrimientos y sana el dolor que muchos enfrentan en este difícil momento. Llévate el miedo y las preocupaciones que nos hacen perder nuestra hermosa comunión contigo. Sosiega las preocupaciones y deja que todos aquellos sobre los cuales es invocado Tu nombre encuentren en Ti un descanso verdadero.
Señor, ruego que los integrantes de Tu Iglesia reconozcan quiénes son en Jesucristo. Ayúdale a cada integrante de Tu cuerpo a comprender la posición privilegiada que en Él tenemos. Somos un pueblo especial delante de los ojos de Dios, una generación elegida, un sacerdocio real, una nación santa, por lo cual alabamos Tu santo nombre.
Nos has sacado de las tinieblas y nos has iluminado con Tu maravillosa luz, y a cada uno de nosotros nos has dado vida eterna como Tu dádiva de gracia. Alabado sea Tu santo nombre. Rogamos en nombre de Jesús,
Amén.