Querido Señor, cuánto Te alabamos y Te agradecemos, y Te adoramos por Tu mayor dádiva, que fue haber enviado al Señor Jesús para que fuera nuestro Salvador y Amigo y para que muriera por nosotros en la cruz y así pudiera pagar el precio de nuestros pecados.
Gracias porque cuando nos congregamos dos o tres en Tu nombre, allí estás Tú en medio de nosotros. Y gracias, Padre, por las numerosas bendiciones que día a día derramas en cada uno de nosotros. Danos corazones agradecidos y la disposición y el deseo de compartir con los demás la gracia y la misericordia que día a día derramas en nosotros sin límites.
Ayúdanos, Señor, a demostrar Tu inmenso amor y gracia ante todos aquellos que hoy se crucen por nuestra senda. Déjanos estar dispuestos y preparados para ser fieles testigos Tuyos y defender lo que creemos, para que así muchos también lleguen a conocerte y acepten a Jesús como su Salvador personal y amigo por haberlo visto a través de nosotros.
Ayúdanos a edificar y apoyar a los demás integrantes de Tu cuerpo para que podamos ser siempre Tus manos y pies, Tus ojos y oídos, y Tu corazón de amor en todo lo que hoy digamos y hagamos. En nombre de Jesús,
Amén.