Amante Señor, gracias por mi hogar. Ruego que sea un lugar de paz y descanso. Déjanos cerrar la puerta a cualquier mal que quiera entrar desapercibido y perturbar su calma y tranquilidad, y que todo lo que se hable y haga dentro de sus paredes sea complaciente delante de Tus ojos y honre Tu nombre.
No dejes que ninguna de las personas que viven acá diga palabras desconsideradas que puedan hacer daño o acusar, más bien que el ángel de Tu presencia acampe dentro de sus paredes y que Tus alas de protección nos cubran a cada uno de nosotros. Protege los corazones y las mentes de los que entran y salen de este lugar, y que ningún pensamiento impío ni ninguna actitud egoísta atraviese su umbral.
Que la belleza de Tu amor fluya por los corazones de todos los que entran por sus paredes, para que nuestro hogar sea iluminado con el amor y la gracia que solo de Ti provienen, tal como la luz dorada del sol entra por las ventanas y danza alrededor de los dormitorios, dando luz y calidez a todos.
Mientras mantenemos nuestra comunión día a día, ruego que estés presente en nuestra mesa mientras comemos, escuches nuestras conversaciones, te sientes con nosotros mientras reímos y nos relajamos juntos, y permanezcas con cada uno de nosotros durante las horas de oscuridad, de manera de despertar renovados y listos para ejecutar tu mandato. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.