Oh, Salvador del mundo, Dios de Dioses, luz de luz, tú que eres el resplandor de la gloria de tu Padre, la mismísima imagen de su persona; tú que has destruido el poder del diablo, que has vencido a la muerte, "que te sientas a la diestra del Padre"; en gloria de Tu padre descenderás rápidamente de los cielos a juzgar a todos los hombres según sus obras. Sé mi luz y mi paz; destruye el poder del diablo que reside en mí, y conviérteme en una nueva criatura. Tú que expulsaste siete demonios de María Magdalena, expulsa todos los sentimientos corrompidos de mi corazón.
Tú que resucitaste a Lázaro de entre los muertos, resucítame de la muerte del pecado. Tú que limpiaste a los leprosos, sanaste a los enfermos, y abriste los ojos a los ciegos, sana las enfermedades de mi alma, abre mis ojos y ponlos firmemente en el premio de mi supremo llamamiento, y limpia mi corazón de todo deseo, excepto el de glorificarte.
Amén.
John Wesley