Qué privilegio ser llamado hijo de Dios y haber sido trasladado desde el reino de las tinieblas al reino del querido Hijo de Dios, simplemente por la maravillosa gracia de Dios, que ha sido derramada con abundancia en mí a través de la fe en el Señor Jesucristo, mi Pariente Redentor, Que se convirtió en el sacrificio por mis pecados, para que así pudiera justificarme ante Dios.
Gracias, Padre, desde el fondo de mi corazón. No soy digno de recoger las migajas que hay debajo de Tu mesa, y aun así me has vestido de la justicia de Cristo. Gracias por Tu maravillosa gracia al haberme hecho hijo de Dios y al haberme hecho participar en el supremo llamamiento celestial.
Como embajador de los cielos, ruego poder reflejar la belleza y gracia de Dios ante los demás. Ruego que los demás puedan ver a Cristo en mí, para que así se acerquen a Él, y ruego poder mengüar ante la vista de los demás mientras Él crece en cada ámbito de mi vida. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.