Gracias, Padre, por Tu abundante provisión y Tu generosa mano de bendición que día a día derramas en cada uno de nosotros. Eres un Dios bondadoso y poderoso Cuya gran compasión y misericordias se renuevan cada mañana. Grandiosa es Tu fidelidad hacia nosotros y hacia todos los hombres.
Te alabamos, Te adoramos, Te glorificamos y Te damos gracias por Tu gran gloria. Levantamos las manos en adoración y alabanza ante Ti, pues solo Tú eres digno de nuestro temor reverencial y nuestra alabanza humilde.
Sin embargo, Padre, no solo Te alabamos y Te damos gracias por haber atendido fielmente nuestras necesidades cotidianas, sino por el maravilloso don de Salvación que has brindado generosamente a todos los que creen en el Señor Jesucristo por la gracia y mediante la fe.
Nunca nos permitas dejar de adorarte en pensamiento y en acción ni dejar de vivir nuestras vidas con asombro y admiración, pues sabemos que el Creador eterno y el Dios todopoderoso del universo debió morir para salvar a un pecador como yo. Alabado sea Tu nombre por los siglos de los siglos,
Amén.