Señor celestial y Dios misericordioso, quiero agradecerte con todo el corazón por el glorioso plan que ideaste antes de la creación de la tierra; que redimirías al hombre pecador enviando al Hijo eterno de Dios para que se convirtiera en el Hijo perfecto del Hombre, dispuesto a vivir una vida inmaculada y sufrir una muerte perfecta, de forma que todos aquellos que creen en Su nombre no fueran condenados, sino reciban vida eterna y pasen a formar parte de la familia eterna de Dios como Su pueblo celestial.
Gracias porque Jesús se convirtió en el Cordero inmaculado de Dios "que quita el pecado del mundo". Gracias porque Dios el Padre está reconciliando el mundo consigo mismo, sin tomar en cuenta nuestros pecados en contra de cualquiera de los que creemos en la muerte y resurrección del Señor Jesucristo, más bien nos viste de Su propio manto inmaculado de justicia como Su maravilloso don de gracia, el cual recibimos por el solo hecho de creer en Su nombre.
Gracias por las multitudes de hombres y mujeres que han recibido este maravilloso don de gracia. Gracias, pues me has redimido a mí y a todos aquellos que estaban perdidos en el pecado y que se dirigían al infierno eterno y a la separación eterna de Ti, pero que creyeron en el mensaje de la salvación y confiaron en Cristo como su Salvador.
Gracias, pues ahora me ves como si jamás hubiera pecado, por el solo hecho de fui puesto "en Cristo" en el momento en que creí en Él y fui acogido en la familia de Dios, y me convertí en heredero de Dios y en coheredero con el Mismísimo Jesucristo. Gracias porque no hay condenación para aquellos que han confiado en la obra terminada de Jesús en la cruz de El Calvario.
Señor, mientras más contemplo Tu inmensa gracia, Tu amor incondicional, Tu justicia perfecta y Tu fidelidad paciente, más me deslumbra lo que has hecho por mí. Sin embargo, Te agradezco y Te alabo porque me he unido a aquella poderosa nube de testigos que han nacido del Espíritu en la era de la Iglesia, como parte del cuerpo de Cristo, y espero con ansias el día en que estemos todos juntos ante Tu presencia por los siglos de los siglos.
Amén.