Padre celestial, alzamos nuestra voz de alabanza ante Ti, junto con los santos que a lo largo de los siglos se han regocijado en la victoria que obtuvo Jesucristo sobre Satanás, el pecado y la muerte. Cuánto Te agradecemos por Su crucifixión, mediante la cual pagó el precio de nuestros pecados, y cuánto Te bendecimos por Su gloriosa resurrección, mediante la cual derribó el poder del pecado y de la muerte en la vida de todos los Que confían en Él. Te alabamos y Te agradecemos por Su gloriosa victoria, que ha resonado a lo largo de los siglos y ha retumbado por todo el universo durante 2000 años, y glorificamos Tu santo nombre porque hoy sabemos que hay un Hombre sentado a la diestra de Dios en gloriosa majestad, el Señor Jesucristo el justo.
Nos regocijamos porque Su gloriosa victoria no ha mengüado con el paso del tiempo, sino se ha convertido en una realidad en la vida de generaciones de hombres y mujeres, que han confiado en el nombre de Jesús como su Señor y Salvador. Y Te damos gracias, Padre, porque el poder de Su resurrección hoy es igual de potente en nuestras vidas que cuando se levantó de la tumba y derrotó los ejércitos de la perversidad para siempre. Gracias porque se acerca el día en que la victoria de Cristo sobre nuestros cuerpos mortales también culmine y estemos cara a cara con Él. Hasta que llegue aquel día, rogamos que mantengas nuestros ojos puestos siempre en Jesús, el autor y perfeccionador de nuestra fe. En Cuyo nombre oramos,
Amén.