Cuánto Te bendecimos y Te agradecemos, Padre, por el inmenso amor y gracia que has derramado abundantemente en la humanidad al haber enviado a Tu Hijo unigénito para que muriera en la cruz por nosotros, de manera que al creer en Él nuestros pecados sean perdonados y recibamos Tú dadiva de la vida eterna. Cuánto Te alabamos, Dios y Salvador nuestro.
Gracias porque Tu gracia inunda toda nuestra vida cristiana, y porque no solo nos has salvado de la muerte eterna y de las espantosas consecuencias de nuestros pecados, sino que has derribado el poder del pecado en la vida de cada uno de Tus hijos. Ya no hemos de ser esclavos de la carne, sino que tenemos la libertad para caminar en una vida nueva a través del poder del Espíritu Santo que habita en nosotros. Cuánto alabamos Tu santo nombre.
Y Señor, cuánta esperanza tenemos en nuestro futuro eterno, nuestro hogar celestial, nuestra vida eterna y las abundantes riquezas de Tu gracia, pues has prometido transformar nuestros humildes cuerpos para que se asemejen a Tu glorioso cuerpo resucitado por toda la eternidad. Todo esto se debe a Tu magnífica y maravillosa gracia, por lo cual nos regocijamos y Te alabamos. ¡Hosanna a Tu maravilloso nombre, por toda Tu bondad y benevolencia hacia nosotros!
Elevamos nuestros corazones con humilde agradecimiento por las glorias de Tu gracia, por lo cual Te alabaremos por los siglos de los siglos. Rogamos en nombre de Jesús,
Amén.