Bendice, alma mía, al Señor, y alabe y bendiga todo mi ser Tu santo nombre, pues enviaste a Tu Hijo unigénito para que muriera en la cruz, pagara el precio de mis pecados, sufriera y fuera humillado por mí.
Gracias porque, con Tu amor y misericordia, el Señor Jesús recibió todo el castigo por mis pecados y fue humillado y reprochado por amor de los que vino a salvar, incluso a mí, Señor. Cuánto Te alabo y Te agradezco porque este es el mayor de los milagros de Tu gracia.
Qué alegría saber que al haber muerto en la cruz, derribó el poder del pecado, de Satanás, de la muerte y del infierno, y que está sentado a la diestra del Padre en el cielo, esperando que llegue el momento en que cumpla Su misión terrenal y regrese para establecer Su reino en la tierra, donde Israel se convertirá en la cabeza y no en la cola de las naciones, y todos los integrantes del Cuerpo gobernarán y reinarán junto con Él, hasta que todos Sus enemigos estén debajo de Sus pies y Cristo sea todo en todos.
Alabado sea Dios por Jesús, y gracias porque Él es mi Salvador y mi Dios. Ruego en Su nombre,
Amén.