Padre celestial, rogamos fervientemente que nuestras vidas produzcan el bello fruto del Espíritu, el cual se arraiga y se fundamenta en amor piadoso, y se produce en una vida que camina en espíritu y en verdad.
Ruego que la vida de Cristo cuide mi espíritu y gobierne mi vida, y ruego poder someterme por completo a la orientación y la guía de Tu Espíritu Santo. Ruego que me enseñes a caminar en espíritu y en verdad, vivir conforme al Señor, depender de Tu gracia suficiente y, con Tu fortaleza, cumplir el nuevo mandamiento que le diste a la Iglesia de amar a los demás tal como Cristo nos amó.
Mi amor es débil y pobre; sin embargo, ruego que, con Tu misericordia, avives el fuego de mi corazón e infundas en mí un amor propio de Cristo, y hagas brotar en mí un amor profundo y genuino por todos mis hermanos y hermanas en Cristo.
Ruego poder aprovechar cada oportunidad para demostrar Tu amor ante los demás en acción, actitud, disposición y motivación, y manifestar Tu amor no solamente con mis labios, sino que con mi vida, al entregarme a Tu servicio y al caminar con un espíritu santo y humilde durante todos los días de mi vida, para Tu gloria y alabanza. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.
Querido Padre celestial, he venido a Ti, Señor, pues quiero permanecer en el Señor Jesús y permitir que el hermoso fruto de Su vida se manifieste en mí.
Señor, ayúdame a crecer en la gracia y el conocimiento del Señor Jesús, para que las virtudes que se vieron durante Su vida puedan desarrollarse en mi interior. Señor, sé que solo una vida que permanezca en dulce comunión con Jesucristo podrá producir el dulce fruto de Su Espíritu. Quiero ser una persona que refleje al Señor Jesús en su vida; por lo tanto, ayúdame a permanecer día a día en comunión contigo.
Gracias, pues tanto me amaste que moriste por mí. Mi amor es débil, pero en Ti, Señor, sé que crecerá. Ruego que pueda brotar, florecer y convertirse en el fruto prometido del Espíritu. Ruego que Jesús se convierta en el centro de mi vida, hasta que yo no sea nada y Él sea todo.
Oh Señor, déjame permanecer en Ti, y que el fruto de Tu Espíritu crezca en mi interior.
Amén.
Amante Señor y Padre celestial, Te doy gracias porque soy Tu hijo. Padre, ruego que mi vida se colme de Jesucristo, de forma que la gente ya no me vea a mí, sino que vea a Jesús en mí, para Tu gloria y alabanza.
Padre, sin importar como me traten los demás, ruego que Tu amor resplandezca en mí. Pase lo que pase en mi vida, ruego que Tu paz y júbilo permanezcan dentro de mí. Sin importar las dificultades que enfrente en la vida, enséñame a ser paciente y amable en todas mis relaciones con los demás y a manifestar la bondad y la gracia que solo de Ti provienen. Sin importar lo díficiles que se pongan las cosas, ruego tener gentileza y autocontrol en mis acciones y actitudes. Déjame ser un buen siervo y fiel, y Señor, Te doy gracias porque, pase lo que pase, incluso si me alejo de Ti, Tú permaneces fiel.
Señor, sé que no puedo desarrollar el fruto de Tu Espíritu Santo por medio de mi propio esfuerzo o voluntad, sino que solo al descansar en Cristo. Ruego que me ayudes a permanecer en Ti.
Amén.
Padre celestial, rogamos que protejas los corazones y las mentes de todos nuestros hijos y profundices la fe en el Señor Jesús que ha florecido en cada uno de ellos, en un mundo donde la verdad del evangelio de Cristo es ridiculizada y rechazada.
Rogamos que maduren en la fe, crezcan en la gracia y desarrollen su entendimiento espiritual. Rogamos que estén preparados para permanecer firmes en la fe, tomar decisiones sabias, vivir una vida que Te complazca y estar bien preparados para defender la esperanza que tienen en Cristo.
Rogamos que nuestros hijos desarrollen los rasgos piadosos y el hermoso fruto del Espíritu que provienen de un corazón que se ha entregado a Jesús y que depende de Él en todos los sentidos.
Rogamos que los protejas de las tentaciones y los líos del mundo, y que la buena obra que Te ha complacido empezar en cada una de sus vidas termine en el día de Jesucristo, para Tu gloria y alabanza. Rogamos en nombre de Jesús,
Amén.
Padre, cuánto Te agradecemos por los niños y jóvenes que han alcanzado una fe salvadora en Ti. Rogamos que cada uno de ellos conozca por completo Tu voluntad a través de la sabiduría y el entendimiento que solo del Espíritu Santo provienen.
Que cada uno de ellos aprenda a caminar en espíritu y en verdad, crezca en la gracia, sea dotado de sabiduría piadosa, dependa de Tu fortaleza suficiente y conozca cada vez más a su Señor y Salvador, Jesucristo.
Que produzcan el hermoso fruto del Espíritu y que desarrollen un amor y una pasión cada vez más profundos por el Mismísimo Señor Jesucristo.
Que nuestros niños y jóvenes maduren en la fe, produzcan fruto espiritual en cada buena obra y que reciban la fortaleza de Tu glorioso poder.
Rogamos que los apoyes durante los peligros y las dificultades de la vida y les des la gracia y la sabiduría para tomar decisiones piadosas en los días problemáticos que tienen por delante. Rogamos en el hermoso nombre de Jesús,
Amén.
Padre celestial, cuánto Te alabo y Te agradezco porque, por la gracia y mediante la fe, soy Tu hijo. Gracias porque estoy posicionado en Cristo y estoy unido a Él, Que es la Vid verdadera y vida.
Gracias porque he sido cubierto de Su justicia y porque Tú deseas que yo me forme a semejanza e imagen de Tu querido hijo, el Señor Jesucristo, mientras habito en Él y Él en mí, para que así Su carácter y naturaleza se formen gradualmente en mí.
Ruego que me ayudes a ser espiritualmente fructífero y a habitar en Jesús día a día. Gracias, pues al ser el Jardinero celestial, me podas bondadosamente a través de la verdad de Tu Palabra y me transformas en la persona que Tú quieres que sea.
Arranca cualquier cosa de mi vida que obstaculice mi crecimiento espiritual, y enséñame las lecciones que quieres que aprenda, para así asemejarme al Señor Jesús y producir abundante fruto de manera de alabarte y glorificarte. En nombre de Jesús,
Amén.