Querido Padre Que estás en los cielos, gracias porque eres mi Labrador celestial y porque Te ocupas de mi vida con tanto cuidado y preocupación. Purifícame y pódame, y llévate todo lo que descubras en mí que no glorifique Tu santo nombre.
Gracias, Padre, pues soy una rama celestial unida a mi Vid celestial, el hermoso Señor Jesucristo. Que la vida de Él fluya por la mía tal como la savia fluye por la rama que está implantada a su tallo madre. Lléname de Su plenitud, para así poder vivir, moverme, crecer y dar fruto mientras permanezco cada vez más en Él. En nombre de Jesús,
Amén.
“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador.”
Gracias, Jesús, pues Tú eres la Vid y yo soy una rama. Ayúdame día a día a permanecer en Ti y a ser fructífero en todo lo que digo y hago. Sé que sin Ti nada puedo hacer, pero también sé que cuando descanso en Ti, puedo producir el tipo de fruto que complace al Padre. Quiero permanecer en Ti, descansar en Ti y habitar en Ti. Ruego que me ayudes, Jesús,
Amén.
“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho.”
Querido Señor, sé que he de permanecer en Ti, y tan solo deseo vivir día a día descansando y permaneciendo en Ti. Señor, enséñame a permanecer en Ti, para que mi esencia se desvanezca cuando el Espíritu de Cristo atraviese mi ser.
Dame la fortaleza para ser una rama fructífera, pues solo Tú eres mi suficiencia. Déjame permanecer en Tu amor para así producir abundante fruto a partir de Tu abundante gracia. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.
“Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.”