Padre, no pertenecemos a este sistema mundial, sino tenemos una herencia celestial reservada para nosotros en el cielo; por lo tanto, ruego poder dejar de adaptarme y amoldarme al patrón de este mundo, sino transformarme cada día más a imagen y semejanza del Señor Jesucristo.
Ayúdame a capturar cada pensamiento y entregarte mi corazón y mi vida en completa obediencia y en humildad piadosa. Acerca a Tus hijos el uno al otro y a Ti mientras haces una buena obra en cada una de nuestras vidas. Ruego que nos edifiques como una casa espiritual, donde Cristo sea el pilar, y que el Espíritu Santo que habita en nosotros nos oriente, nos guíe, nos aliente y nos instruya.
Señor, hoy Te entrego todo lo que soy, y ruego poder caminar en una vida nueva y en humilde obediencia durante todos los días de mi vida. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.