Padre, gracias por Tu Palabra, que es una lámpara a mis pies y una luz en mi senda, y gracias, Padre, por el Señor Jesucristo, la Palabra viva hecha carne, Que tiene vida en Él mismo y que es la luz del mundo en la Cual no hay tinieblas.
Señor, más que nada, deseo bañarme en aquella luz del Señor Jesús, para que así la luz de Su amor y gracia resplandezca a través de mí hacia los demás, sobre todo cuando las circunstancias de la vida parecieran ser lúgubres y oscuras.
Padre, nos has llamado a ser luces en el mundo, que reflejen la gloria y la luz de Cristo, y ruego poder convertirme en Su reflejo, de manera que los hombres vean mis buenas obras y glorifiquen a mi Padre que está en los cielos.
Señor, sé que debo mengüar hasta no ser nada para que Él crezca en todo y se convierta todo en todos. Padre, ruego que, sin importar lo que haga falta, elimines todo lo que disminuya la luz y el amor de Cristo en mí, de manera que Jesús sea ensalzado en mi corazón y en mi vida, y ruego que mi vida egoísta se vuelva tan translúcida y transparente que los demás puedan ver a Cristo en mí, para Tu gloria y alabanza. En nombre de Jesús,
Amén.