Padre Celestial, oro por los enfermos. Visítalos, Señor, y sánalos con tus misericordia y con tu compasión. Quita toda enfermedad y dolencia de ellos y de todos nosotros. Levántate y consuela a aquellos que han estado enfermos durante mucho tiempo. Libera a aquellos que padecen de espíritus inmundos, aquellos que han sido encarcelados, exiliados, recluidos o que han sido víctimas de la amarga esclavitud, oh Señor, libéralos a todos y ten misericordia de ellos.
Pues tú eres quien libera a los que están atados y quien levanta a los que están abatidos; eres la esperanza de los desesperanzados, la ayuda de los desamparados, el consuelo de los débiles, el puerto de los azotados por la tempestad.
Ten piedad de cada alma afligida y oprimida, y alíviala, ayúdala y dale descanso. Y también cuídanos a nosotros, oh Señor, sana las enfermedades de nuestras almas, cura las enfermedades de nuestros cuerpos, oh, médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos. Obispo de toda la carne, sánanos, oh Señor.
Amén.