Señor celestial, me siento muy bendecido de ser tu hijo, y Te alabo y Te agradezco por estar siempre allí como mi guardián, mi guía, mi defensa y mi defensor. Gracias porque, pase lo que pase, puedo acudir a Ti, e incluso cuando estoy completamente solo, Te doy gracias porque eres mi ayuda segura en los momentos de angustia.
Señor, también he descubierto una y otra vez que cuando intento hacer las cosas con mi propia fortaleza, inevitablemente fracaso y caigo, y de a poco aprendo que sin Ti nada puedo hacer; sin embargo, has prometido que a través de Cristo puedo hacer cualquier cosa, Quien me fortalece. Gracias porque en todas las cosas eres mi suficiencia y mi fortaleza, y ruego poder hallar mi sabiduría y fortaleza en Ti en todas las cosas. Gracias, Señor, porque siempre estás ahí para ayudarme y porque has prometido jamás fallarme ni desampararme. Gracias en nombre de Jesús,
Amén.