Querido Padre celestial, eres mi roca y mi fortaleza, mi esperanza y mi escudo. En Ti descanso y en Ti confío, y ruego que hoy me envuelvas en Tu profundo amor y sigas protegiéndome a mí y a todos mis seres queridos de las asechanzas del enemigo.
Protégenos de los peligros del día y de las perversidades de la noche. Gracias porque has prometido librarnos del "lazo del cazador y de la peste destructora". Gracias porque puedes "cubrirnos con Tus plumas" y llevarnos en las alas de un águila. Gracias porque eres nuestro escudo y nuestra adarga.
Perdóname, Señor, por aquellos momentos en que mi fe se agota e intento resolver las cosas con mi propia fortaleza. Ayúdame a depositar toda mi confianza en Tu benignidad y en Tu capacidad de salvarnos y protegernos de todos los que quieren hacernos daño o destruirnos. Enséñame, Dios Padre, a descansar en Ti a partir de hoy, pues sé que tienes el control de mi vida y que la vida de mis seres queridos está a salvo en Tus manos. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.