Padre celestial amado, gracias porque soy Tu hijo. Gracias, pues enviaste al Señor Jesús al mundo para que fuera mi Salvador, y gracias porque con Su muerte me ha hecho parte de Tu familia.
Padre, sé que Tu Palabra nos dice que no nos preocupemos de nada, sino que depositemos en Ti todas nuestras cargas y, Padre, de verdad quiero hacer esto, pero a veces me cuesta mucho ponerlo en práctica. Señor, a veces las circunstancias que enfrento son muy difíciles de soportar y a menudo caigo en una actitud de preocupación y ansiedad.
Ayúdame a desarrollar una tranquilidad que solo puede alcanzarse si deposito en Ti todas mis cargas. Ruego que me ayudes a no fijarme en las circunstancias de la vida que tanto me agobian, y enséñame a mantener los ojos puestos en Jesús, pues sé que esto es lo que nos has ordenado que hagamos, y solo de esta manera podremos disfrutar la paz perfecta que de Ti proviene.
Señor, has prometido guardar en perfecta paz a aquel cuyo pensamiento en Ti persevera. Ruego que me ayudes a mantener los ojos de mi corazón puestos firmemente en Jesús cada momento del día y que inundes mi vida de Tu perfecta tranquilidad que sobrepasa nuestro entendimiento humano. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.